Jarritos Mandarín, con su distintiva botella de vidrio y su vibrante color naranja, evoca recuerdos de la infancia para muchos mexicanos que crecieron en los años 80. Más que una simple bebida, era un símbolo de reuniones familiares, fiestas y días soleados. Su sabor a mandarina natural, refrescante y ligeramente dulce, era inconfundible y lo diferenciaba de otras sodas. La marca Jarritos, en general, se convirtió en un ícono cultural, representando la tradición y el sabor auténtico de México. Su presencia en tiendas de abarrotes y puestos callejeros la hacía accesible a todos, consolidando su lugar en el corazón de la gente.
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